Golpes y terrorismo de Estado en América Latina. : La primera cautela que debe hacerse desde América Latina cuando se habla de “terrorismo” es diferenciarlo de “terror de Estado”. Por supuesto existe una relación entre ellos, pero el terrorismo es una respuesta al terror de Estado. Si se lo quiere, se trata de un tipo de defensa, y también de propuesta, contra un régimen político, o contra las situaciones (económicas, sociales, culturales) que este régimen genera o, como señal, contra las personalidades que figuran como responsables de las políticas públicas que motivan las acciones terroristas. En el límite, estas acciones comprometen a población civil cuya única responsabilidad en el terror de Estado es no reaccionar política y culturalmente contra él. Una forma degradada de terrorismo es la acción que destruye personas principalmente porque son vulnerables, es decir están “al alcance” de la capacidad operativa de la organización terrorista. Si la población no experimenta el dominio estatal como “terror”, las acciones terroristas (asesinatos individuales de policías, por ejemplo) tienden a aislar políticamente a los actores que practican el terrorismo
La última dictadura cívico militar en Argentina
En los 53 años que transcurrieron desde el primer golpe de Estado en 1930, hasta que cayó la
Última dictadura cívico-militar en 1983, los militares gobernaron 25 años, imponiendo 14 dictadores con el título de «presidente», uno cada 1,7 años en promedio. En ese período todas las experiencias de gobierno elegidas democráticamente (
radicales,
peronistas y
radical-desarrollistas) fueron interrumpidas mediante golpes de Estado.
La década del 80: el regreso de la democracia.
En los primeros años de la década del ‘80, entre las importaciones latinoamericanas se encontraba todo tipo de producciones, incluso figuraban muchos artículos que eran, más que complementarios, competitivos de la producción nacional. Es decir, que se produjo un avance en el grado de apertura de la economía. En esta época, se alcanzó una importante retracción del comercio intralatinoamericano; se acumuló una deuda exterior cuyos acreedores eran unos cientos de bancos y los gobiernos hicieron esfuerzos denodados para mantener puntualmente el pago de intereses y devolver el capital principal sin importar el costo social.
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